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In the ordered structure of employees, there is a split and conflict. The concept of a soc

Trastornos de la personalidad

En los trastornos de la personalidad hay una estructura de creencias, pensamientos y valores que se aleja de los principios que rigen a la sociedad y que, por lo tanto, dificultan la convivencia saludable. Son patrones arraigados, perdurables y que, como lo dice su nombre, forman parte de la personalidad del sujeto. Por ello, es debatible si deben ser considerados como una enfermedad.

A continuación, presentamos los principales trastornos de personalidad. Información elaborada por los profesionales de INM.

1. Trastorno de personalidad limítrofe   LEER  

2. Trastorno de personalidad dependiente   LEER  

Trastorno de personalidad limítrofe

Escrito por los profesionales de INM - Derechos de contenido e imágenes reservados.

Definición

El trastorno límite de la personalidad (también llamado trastorno de personalidad borderline) es un trastorno que se caracteriza por una tendencia involuntaria y difícil de controlar hacia las emociones extremas y rápidamente cambiantes, que producen en el paciente gran malestar y sentimiento de culpa. Como todo trastorno de la personalidad, más que una enfermedad, es una forma en la que se estructura la consciencia, por lo que es arraigada, perdurable y puede ser considerada una manera de interpretar la realidad y de desenvolverse socialmente. Sin embargo, escapa de los estándares sociales, por lo que no suele ser adaptativa sino disfuncional.

El “límite” como un absoluto

La persona con trastorno borderline necesita llevar los sentimientos al extremo. No duda en entregar su esfuerzo y atención cuando considera que alguien lo merece; pero necesita ser retribuida. No corresponder en la misma proporción a este compromiso es comparable a la traición, a un desprecio y es, sobre todo, un indicio de desatención y un preámbulo del abandono y la temida soledad. La inseguridad aparecerá y llevará al miedo y, generalmente, a alguna respuesta conductual disfuncional extrema para paliar ese temor desproporcionado: en un arranque de ira, la persona bordeline, harta de la situación y de sentirse incomprendida, verá que ya no hay solución e intentará agredir a la otra persona quien, finalmente y como se había previsto, se terminará alejando. Esta ruptura será vivida dramáticamente. Si se trata de una pareja, se la odiará profundamente, pero también se la extrañará. E intentará recuperarla de muchas formas. Ante las negativas, se sentirá frustrada y muy entristecida. Podría manipular la situación y amenazar con el suicidio. Luego de la reflexión, el paciente entenderá los errores que cometió, la forma en la que no controló sus emociones y malinterpretó lo sucedido. Pero es demasiado tarde. Entonces, la culpa invadirá sus pensamientos y concluirá que nunca hace bien nada. Luego de un tiempo tendrá una nueva relación y se adelantará en pensar que será infeliz.

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Las personas con trastorno límite de la personalidad viven al extremo emocional y no aceptan puntos medios. Idealizan las relaciones interpersonales, lo que inevitablemente les produce frustración, al no encontrar eco de sus expectativas sociales. Su falta de control de impulsos y el miedo a sí mismos pueden producirles sentimientos de autoidentidad distorsionados, pero, sobre todo, les hace temerse a sí mismos y a sus propios impulsos, pues saben que pueden llevarlos al error. Al mismo tiempo, se sienten incomprendidos y solos; y se consideran desafortunados, por lo que se irritan y son intolerantes, aunque también se sienten bien, alegres y muy optimistas, cuando piensan que, en realidad, todo está bien en sus vidas y consideran que nunca han hecho nada malo.

Síntomas del trastorno límite de la personalidad

 

Dificultad para mantener relaciones interpersonales

Más que un síntoma, es la consecuencia de los diferentes sesgos y conductas disfuncionales de este trastorno de la personalidad que llevan a que los pacientes tengan recurrentes conflictos con las personas con las que se relacionan en diferentes niveles, ya sean del ámbito de pareja como laboral, familiar, entre otros. Cabe resaltar que esto no es voluntario y el paciente con trastorno de la personalidad limítrofe no rechaza la idea de relacionarse socialmente (a diferencia del trastorno de personalidad por evitación), por el contrario, lo desea mucho y puede ser una de sus prioridades.

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Inestabilidad emocional

Las emociones suelen ir de un extremo a otro y cambian muy rápidamente. Pasan de la idealización injustificada a la devaluación inquebrantable en el mismo día. Estos cambios de ánimo son impredecibles y no suelen depender de situaciones concretas sino de la interpretación personal que el paciente realiza de la realidad, la cual suele estar sesgada.

Impulsividad

Uno de los rasgos más característicos del trastorno límite de la personalidad es la dificultad para controlar los impulsos. A pesar de que el paciente es consciente de que debe llevar cierto patrón de conducta y de que desea mantenerse alineado con el control de sus acciones, llegado el momento, pierde los papeles y comete exabruptos de los que después se siente arrepentido. La conducta impulsiva también lleva al paciente a realizar actos arriesgados y claramente dañinos, como derrochar dinero, ser promiscuo, abusar del alcohol, conducir de forma imprudente, entre otros. La ira desbordada forma parte habitual de la respuesta ante situaciones de estrés y generalmente es violenta y extrema, altisonante y sin capacidad de raciocinio.

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Sentimiento de autoidentidad distorsionado

La persona con trastorno límite de la personalidad tiene sentimientos crónicos de vacío, de que la vida no tiene objetivo y sienten de manera angustiosa que no pertenecen a la sociedad ni a un grupo. Este malestar es intenso e invasivo y disminuye significativamente la capacidad de hedonismo del paciente, dificultándole disfrutar de los momentos placenteros. Existe miedo a sí mismo, a su propia falta de control de impulsos y a su explosividad y tiene temor anticipatorio de que los demás no los comprendan. Finalmente, podrían aparecer síntomas disociativos, como sentirse extraños, de no pertenecer a su cuerpo o incluso de que pueden verse a sí mismos desde el exterior.

Miedo a la soledad y al abandono

Existe miedo intenso a la soledad y al abandono, que suele producir conductas desadaptativas como mostrarse seductores y manipuladores, realizar llamadas de atención como simulaciones de intentos de suicidio (aunque pueden ser reales) o lesiones autoinfligidas, y les llevan a realizar grandes esfuerzos por evitar el abandono real o imaginario de la pareja (por ejemplo, llegan pronto a la intimidad) o por evitar el sufrimiento cuando se sienten expuestos (pueden cortar por completo la comunicación por temor a que los abandonen). Estas conductas no son comprendidas por las personas del entorno y terminan alejándose.

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Tratamiento del trastorno de personalidad limítrofe

El tratamiento requiere una terapia combinada de psicoterapia y medicamentos con efecto antidepresivo, ansiolítico y/o antipsicótico. Suele requerirse un manejo a largo plazo, aunque es frecuente que los pacientes con este trastorno de la personalidad dejen la terapia o la sigan de forma irregular. Las formas de psicoterapia que mayor eficacia han demostrado son las que se enfocan en el control de las emociones.

El tratamiento debe incluir el manejo de las comorbilidades psiquiátricas que se puedan presentar. Entre estas, las más frecuentes son la depresión, la ansiedad, los trastornos de la conducta alimentaria y el abuso de sustancias.

Conclusiones para el paciente:

1. El trastorno de personalidad limítrofe es un trastorno de personalidad cuya principal caraterística es la presencia de emociones desbordadas, extremas, cambiantes e inestables, que el paciente no logra controlar y que le causan sentimientos de culpa y sufrimiento, al no poder establecer satisfactoriamente relaciones interpersonales saludables.

2. Los síntomas más importantes y característicos del trastorno de personalidad limítrofe son la dificultad para mantener relaciones interpersonales, la inestabilidad emocional, la impulsividad, el sentimiento de autoidentidad distorcionado, y el miedo a la soledad y al abandono.

3. El tratamiento debe ser a largo plazo y requiere el uso combinado de psicoterapia y medicamentos de acción psicotrópica. 

4. Es necesario que el paciente se comprometa con su mejoría, pues es frecuente la deserción de las terapias y las recaídas. 

Escrito por los profesionales de INM. Derechos reservados.

Borderline

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Trastorno de personalidad dependiente

Escrito por los profesionales de INM - Derechos de contenido e imágenes reservados.

Definición

Es un trastorno de la personalidad cuyo principal rasgo es la estable e irracional necesidad de ser protegido por una pareja, ya sea porque el paciente se siente desvalido o incapaz, o porque la presencia de una pareja es necesaria para darle sentido de la vida. El dependiente puede, o no, tener consciencia del motivo de esta necesidad, pero invariablemente conlleva a una serie de síntomas y conductas que son característicos de este trastorno de la personalidad.

Síntomas del trastorno de personalidad dependiente

 

Dependencia por una pareja

Es el síntoma cardinal de este trastorno. La dependencia es SOLO hacia la pareja. De esta forma, no existe un problema de real dependencia (aunque sí pudiera haber algunos rasgos) hacia otras personas del entorno, como los padres, hermanos o compañeros. La pareja se convierte en el sentido de existencia de la persona.

A la pareja del dependiente se le delegan todas las decisiones, tanto las sencillas como las complejas, pues este último no se siente capaz de tomarlas y no tiene autonomía. Esto no significa que el paciente con trastorno con personalidad dependiente no ejecute con eficiencia múltiples actividades, pero para realizarlas necesitará que estén en consonancia con la armonía de la relación y que se mantenga una constante retroalimentación de aprobación de la pareja.

El temor al abandono

La persona con este trastorno de personalidad tiene una dependencia que no necesariamente está dirigida hacia una persona en particular, sino a aquella que cumple el ROL de pareja. De esta forma, si el dependiente se encuentra sin pareja, buscará, de MANERA NO SELECTIVA Y APREMIANTE, una nueva relación. Y, en ocasiones, cuando el dependiente interpreta que será inevitablemente abandonado, incluso podría iniciar la búsqueda de una nueva pareja antes de que se consuma la ruptura con la actual, a fin de prevenir la soledad. Este desmedido temor anticipatorio genera la paradoja de que el dependiente, que por sobre todo intenta mantener su relación, pueda terminar siendo infiel.

El temor al abandono es el gatillante de la ansiedad de la persona con trastorno de personalidad dependiente. A su vez, es el filtro de su sesgo atencional con el que malinterpreta cualquier actitud del cónyuge como un posible riesgo de abandono. Y este sesgo atencional es el móvil que lleva a la persona a mimetizarse con la pareja, a buscar complacerle en todo, a centrar su mirada y su tiempo mental en la relación, dado que mientras esta última se encuentre estable, se sentirá segura y tendrá un sentido de vida. Sin embargo, el dependiente, a pesar de todos sus esfuerzos, nunca podrá sentirse completamente tranquilo y será intolerante a la incertidumbre del abandono, lo que considera impensable, reafirmando su circulo vicioso de ideación irracional – acto disfuncional – ideación irracional.

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Dependiente

La sumisión y la complacencia

 

La sensación de baja autoestima es común a muchos trastornos de personalidad y a muchas enfermedades psiquiátricas, pero en el trastorno de personalidad dependiente tiene dos características que la diferencian. Por un lado, la profundidad de la baja autoestima es mucho más extrema que en cualquier otro problema de la salud mental. Y, por otro lado, la respuesta conductual disfuncional con la que el paciente se adapta y se protege, cuando la ansiedad se hace intensa, es siempre la misma y solo una: la sumisión y la complacencia. A diferencia de otros trastornos de la personalidad, donde pueden aparecer otras respuestas disfuncionales como autólisis, uso de sustancias, anorexia, maltrato, entre otros; el dependiente siempre aceptará sumisamente los términos de la pareja y huirá del conflicto, pues en su organización de valores, literalmente, es preferible sufrir por cualquier solicitud de la pareja (aunque implique maltrato) que sufrir el abandono. El dependiente no tiene otra estrategia de adaptación.

La presencia de la sumisión es necesaria para el diagnóstico de personalidad dependiente, pero, así como el sentido de dependencia, la sumisión también está dirigida SOLO hacia la pareja. De esta forma, el paciente es completamente capaz de sentir y expresar ira, rencor, o incluso ser malévolo, con otras personas, sobre todo con los que se oponen a su relación.

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Comparación entre el trastorno de personalidad dependiente y el de personalidad limítrofe (borderline)

 

Si bien ambos trastornos suelen tener conflictos a nivel de pareja, solo comparten algunas características en dicha esfera. Y en los demás ámbitos suelen diferenciarse claramente.

Por ejemplo, el dependiente se puede aislar del resto de sus compañeros o familiares para dedicarse completamente a su pareja, mientras que el borderline no suele mostrar este tipo de aislamiento. Al contrario, para paliar su sensación crónica de vacío, el paciente borderline suele recurrir a diferentes estrategias disfuncionales que pueden implicar el relacionarse intensamente con diferentes personas.

Por otro lado, en el dependiente no existe una variabilidad de recursos para defenderse de la ansiedad, solo recurre a la sumisión incondicional, mientras que, en el borderline, como acabamos de mencionar, se pueden dar diferentes mecanismos disfuncionales de adaptación.

Los borderline son capaces de abandonar intempestivamente la relación cuando se sienten amenazados por esta, o cuando no toleran la incertidumbre de que fusionarse demasiado con la persona que aman podría terminar siendo negativo (su paradoja, en este caso, consiste en la idea que si la relación está yendo demasiado bien entonces eso los terminará controlando y haciéndoles perder su libertad y su identidad; por lo que deciden la ruptura). Los dependientes, por su parte, nunca abandonarían la relación.

La relación entre un dependiente y un narcisista

No es infrecuente que el grado de sumisión que muestra la persona con personalidad dependiente sea un facilitador para que entable relaciones con personas con otros trastornos de la personalidad de perfil abusivo, como maltratadores, pasivos – agresivos, narcisistas y manipuladores, con quienes puede establecer una relación de mutua dependencia.

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Entre ellos, pocos vínculos pueden ser tan estrechos y arraigados como el de un dependiente y un narcisista. Por un lado, el narcisista, siempre ávido de admiración y de sentimiento de superioridad, y siempre enemigo de las críticas; encontrará en el dependiente a la pareja ideal que no le contradecirá y que le aceptará incondicionalmente sus mandatos. Que siempre hará eco de sus logros y le hará sentirse valorado. De esta manera, el narcisista se sentirá seguro con el dependiente. Y si bien el narcisista puede hacer uso de la manipulación u otro tipo de maltrato, el dependiente lo aceptará. Así, es improbable que alguno de los dos abandone al otro. El narcisista, cuando se sienta amenazado por su pareja dependiente, sobre todo si esta última inicia psicoterapia y comienza a generar límites en la relación, hará uso de su bagaje de estrategias de manipulación y, o tomará el papel de víctima porque la pareja dependiente “ha cambiado, no es la misma, desde que está haciendo terapia” o amenazará abiertamente con abandonar la relación (aunque solo lo diga estratégicamente). En cualquiera de los casos, aun para un dependiente con buena psicoterapia, le resultará muy difícil tolerar la idea del abandono y es probable que termine cediendo al narcisista.

Tratamiento de las personas con trastorno de personalidad narcisista

Como todo trastorno de la personalidad, es un perfil estable, no flexible, de interpretación de la realidad y de relacionarse con los demás y con uno mismo. Por ello, en el tratamiento de psicoterapia, más que cambiar dicho perfil, el objetivo es que el paciente pueda comprender los motivos por los que siente temor, visualice sus sesgos y que aprenda a modularlos hacia una conducta funcional. La psicoterapia es el pilar del manejo de los pacientes con trastorno de la personalidad dependiente y está centrado principalmente en los siguientes aspectos:

  1. Manejar la extrema desconfianza de su propia capacidad que le impide abandonar el vínculo con otro que asuma sus decisiones. Suele ser el aspecto más importante.

  2. Establecer estrategias para mejorar la autonomía.

  3. Trabajar respecto la exposición a la soledad.

La medicación antidepresiva, ansiolítica o antipsicótica esta restringida solo a aquellos pacientes que presenten las comorbilidades respectivas.

Conclusiones para el paciente:

1. El trastorno de personalidad dependiente es un trastorno de personalidad cuya principal característica es la necesidad de ser protegido por una pareja debido a que el paciente no se siente incapaz de tomar sus propias decisiones y darle sentido a su vida.

 

2. Los síntomas más importantes y característicos del trastorno de personalidad dependiente son la dependencia de una pareja, el temor al abandono y la sumisión

3. El tratamiento es fundamentalmente con psicoterapia y su principal objetivo está orientado a mostrar al paciente dependiente sus sesgos y el origen de sus temores, con la finalidad que pueda modularlos a conductas funcionales.

4. Por su perfil de personalidad, las personas dependientes pueden establecer relaciones con personas con personalidad narcisista, puesto que ambos perfiles se suelen depender mutuamente.

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